El tanque 23, el “liberador” que nunca liberó nada pero se convirtió en símbolo de la propaganda comunista
En 1991 el artista David Černý, entonces estudiante de escultura, pintó el tanque de rosa.
Apareció en películas, carteles y poemas y los niños de la Checoslovaquia socialista lo dibujaban desde edad prescolar. El tanque, exhibido en el barrio de Smíchov de Praga, debía simbolizar la liberación de la capital checa por el Ejército Rojo tras terminar la Segunda Guerra Mundial. Pero, en realidad, el carro de combate número 23 nunca liberó Praga. Según cuentan los testigos de los eventos de ese 1945, los primeros en entrar en las calles de la capital fueron los legendarios tanques T-34, desconchados, sucios y con cientos de kilómetros a sus espaldas. Por eso el Ejército Rojo trajo a Praga el pesado tanque IS-2, nuevo, pulido y además nombrado en honor a Iósif Stalin. Después de la ocupación soviética de 1968, la mayoría de la población miraba el tanque como símbolo del dominio de la Unión Soviética sobre Checoslovaquia. Hace 30 años, el hoy renombrado artista David Černý, entonces estudiante de la Academia de Artes, Arquitectura y Diseño de Praga (UMPRUM), decidió pintar el taque de rosa, generando mucha controversia.
Černý fue arrestado por la Policía y acusado de vandalismo. Las autoridades ordenaron que se le devolviera al tanque su color original. Descontentos con la decisión, algunos diputados y miembros del Foro Cívico aprovecharon su inmunidad y lo volvieron a pintar de rosa. El entonces presidente Václav Havel condenó el acto, pero el tanque ya se quedó con su nuevo color. Quien desee verlo hoy en día que no lo busque en Smíchov. El tanque fue transportado de su sitio original en 1991 y actualmente se expone en el Museo de Tecnología Militar de Lešany.
