El homicidio perfecto...
Tras once meses de investigaciones, interrogatorios y recopilación de pruebas, la Policía checa anunció que cerraba sin resolver el asesinato del empresario Frantisek Mrázek.
Mrázek había terminado su jornada laboral y, como todos los días después de ver el noticiero principal, se dirigía a su automóvil. En el momento menos esperado un proyectil, disparado desde gran distancia, atravesó su tórax.
Atónitos, y sin posibilidad de actuar, los guardaespaldas vieron como su jefe se desplomaba fulminado por el disparo de un asesino a sueldo.
La brutalidad y espectacularidad del homicidio conmovieron a la sociedad checa que hasta ese momento conocía escenas semejantes en las películas de acción.
Tras once meses de arduas investigaciones, cientos de interrogatorios y recopilación de pruebas, la Policía checa anunció este miércoles que cerraba el caso sin resolver. Nunca dieron con el sicario y tampoco saben a ciencia cierta cuál fue el motivo del crimen.
La portavoz de la Policía, Blanka Kosinová, subrayó que el caso del empresario Mrázek se sumó al expediente de otros 35 casos sin resolver. Sostuvo, no obstante, que en cualquier momento puede abrirse nuevamente, tal como ha ocurrido con otros casos, pero que por el momento se agotaron todas las posibilidades.
Frantisek Mrázek era considerado como el cerebro del grupo financiero que controla el coloso de la industria alimenticia, Setuza. La policía consideraba a Mrázek sospechoso de la autoría de una serie de actos delictivos, incluido el de encargar un asesinato, pero jamás le fue comprobado nada.
Frantisek Mrázek empezó a ganar su primer dinero todavía en la época del socialismo como cambista ilícito. Fue condenado por contrabando de antigüedades.
Después de la Revolución de Terciopelo inició sus actividades empresariales que le permitieron amasar una gran fortuna, pero siempre se le vinculó al bajo mundo, por lo que se estima que su muerte pudo ser un ajuste de cuentas entre grupos del hampa.
