El contingente checo en la ciudad iraquí de Basora
A mediados de mayo del año en curso, la República Checa envió a Irak un contingente de unos 350 soldados como su contribución a la reconstrucción posbélica de ese país. El Séptimo hospital de campaña checo está dislocado en la ciudad sureña de Basora. La primera rotación del personal empezó a principios de septiembre y terminó un mes después. Los integrantes del primer contingente, bajo el mando del coronel Mojmír Mrva, fueron condecorados el viernes pasado con la Medalla del Ministerio de Defensa de la República Checa por el Servicio en el Extranjero. Nuestra colega Pavla Jedlicková visitó recientemente el Séptimo hospital de campaña checo en Basora y en los próximos diez minutos compartirá con nosotros sus impresiones.
"Fue con motivo de la visita del ministro de Defensa, Miroslav Kostelka, y del embajador de Estados Unidos en la República Checa, Craig Stapleton, al contingente checo en Basora. El viaje se efectuó entre los días 27 y 28 de septiembre. Con nosotros viajaron a la vez unos cincuenta soldados nuevos que han sustituido a sus colegas estacionados allí desde mediados de mayo".
Me imagino que dada la brevedad de tu estadía, no has podido visitar Basora...
"Así es, no había tiempo ni nos fue permitido abandonar la base. Sin embargo, como la base checa y el aeropuerto están situados en polos opuestos dentro de Basora, sí que he podido ver la vida en las calles de la ciudad durante nuestro desplazamiento".Y como has dicho, tu impresión se puede describir como "una situación desoladora"...
"Sí, en toda la ciudad se ven huellas tanto de la reciente guerra como de la dictadura de Saddam Husein. Muchos edificios y puentes son semidestruidos, en muchos se notan las huellas de granadas y balas. A lo largo de las carreteras hay grandes cantidades de basura y de trastos medio quemados. En las tiendas improvisadas en los bordes de las carreteras, los iraquíes ofrecen un surtido inimaginable de artículos. Por la ciudad circulan coches anticuados y en mal estado, pero el medio de transporte más usado es el calesín tirado por el burro".
El aumento del desempleo y de la criminalidad, este es uno de los tributos por la libertad que acompaña la caída de cada régimen totalitario. El de Sadam Husein no es excepción. Pavla, ¿cuál es la situación en el tema de la seguridad?
"Hasta principios de agosto fue bastante buena, pero desde entonces ha empeorado, según explicó el comandante del contingente checo, Mojmír Mrva".
"Se debe a la activación de los radicales chiítas locales apoyados por los chiítas que penetran en Irak desde Irán. Estos se esfuerzan por desestabilizar la situación en el sector británico en el sur del país y provocar disturbios y manifestaciones en contra de los aliados".
El coronel Mrva apunta que dichas manifestaciones se pueden ver en el estado del equipamiento del Séptimo hospital de campaña."Nuestros soldados fueron agredidos varias veces por una muchedumbre exaltada que lanzaba piedras contra nuestros vehículos. Repetidamente fueron rotos vidrios y dañada la carrocería".
El capitán Josef Tomsícek, encargado en el contingente por el transporte del material, coincide en que la situación de seguridad ha empeorado últimamente pero subraya a la vez que la gente local sigue siendo amistosa.
"Cuando pasábamos por la ciudad en nuestros carros con la bandera checa y señalados como el hospital de campaña, los iraquíes nos saludaban y se sonreían. Claro que había excepciones, varias veces lanzaban piedras contra nosotros, pero como lo hacían sobre todo niños, no se lo daba mucha importancia. En general opino que los habitantes de Basora están agradecidos por el tratamiento que les ofrecen los médicos checos".
Desde mayo y hasta el diez de septiembre, cuando por razones de la rotación del personal fue cerrada la estadística, el Séptimo hospital de campaña checo atendió a más de siete mil pacientes, operó a 124 iraquíes, el laboratorio hizo más de nueve mil tests y radiografió a más de 900 personas.
El médico en jefe, Petr Chmátal, señala que en principio, atendieron a casi todos los iraquíes que vinieron al hospital.
"Tenemos aquí equipos anestesiólogos y cirujanos, internistas con experiencia cardiológica, así como un pediatra. A disposición está un laboratorio hematológico, bioquímico y microbiológico, somos capaces de hacer gastroscopias. Pero como somos hospital de campaña, no podemos ofrecer un tratamiento especializado, neurocirujano, urológico, oncológico, entre otros, aunque muchos de los pacientes lo necesitarían".
Al hospital de campaña checo acuden pacientes con un amplio abanico de heridas y enfermedades, pero prevalecen las heridas de bala y graves quemaduras además de atender a muchos niños con diversos defectos congénitos.
El pediatra, Milos Bohonek, nunca olvidará al primer paciente pequeño.
"Fue una niña de diez años que se llamaba Zaina y que sufría una enfermedad grave de plaquetas sanguíneas. Vino a nuestro hospital en muy mal estado y necesitó urgentemente una transfusión de sangre. Zaina fue operada en la República Checa y se siente muy bien ahora".
A Milos Bohonek le encantaron los ojos oscuros, grandes y bellos, de los niños iraquíes.
"Son iguales que los niños en todo el mundo. Lloran y se ríen, tienen miedo de la inyección y se alegran por cada regalo que reciben. Cada niño que viene a nuestro hospital recibe un pequeño obsequio, un juguete o un dulce".La enfermera Alena Veselá guardará para siempre en sus recuerdos a dos pacientes.
"Uno fue hospitalizado durante tres meses con graves y amplias quemaduras causadas por una descarga eléctrica. Le fue transplantada piel y él al final salió del hospital por su propio pie. El otro paciente sufrió graves heridas de bala en el brazo y en la pierna. Hicimos todo lo posible pero, desgraciadamente, tuvimos que amputarle las dos extremidades heridas".
Los soldados del primer contingente checo en Basora vivieron durante casi seis meses en apenas varios centenares de metros cuadrados, lejos de su familia y de los seres más queridos. Claro que extrañaban a su patria y soñaban con qué harán cuando regresen.
La enfermera Alena Veselá destaca que aunque veían las mismas caras día tras día, compartiendo con los demás las duchas y las tiendas, sin ninguna posibilidad de un poco de privacidad y con las temperaturas que sobrepasaban los cincuenta grados en la sombra, se llevaban muy bien entre sí, no surgían conflictos entre ellos.
"En ratos libres solíamos charlar mucho. Además, nos posibilitaron a cada uno realizar dos excursiones de sesenta horas a Kuwait. Fue un relajamiento bienvenido, podíamos movernos por Kuwait en ropa civil recorriendo tiendas, visitando aquaparques o bañándonos en la piscina".
El médico Petr Chmátal dice que la estadía en Irak ha sido para él una experiencia para toda la vida y que son muchos los momentos que quedarán grabados para siempre en su memoria. "Quien no lo ha vivido, no lo entenderá, y quien no lo ha visto, no lo creerá", resume sus sentimientos Petr Chmátal.