La rebelión en el campo de exterminio de Treblinka

El 2 de agosto de 1943 estalló una rebelión de los prisioneros judíos en el campo de exterminio de Treblinka, instalado por los nazis al nordeste de la capital polaca Varsovia. Fue uno de los campos de muerte, construidos en el Este en el marco de la Operación Reinhard, diseñada para aniquilar a la población judía de Polonia, ocupada por Hitler en septiembre de 1939. En sus cámaras de gas fueron asesinados también judíos de otras partes de Europa:la Unión Soviética, los Balcanes, Alemania, Austria, el Protectorado de Bohemia y Moravia, Francia y Bélgica.

El primer grupo de judíos, procedentes de Varsovia, fue gaseado en Treblinka en julio de 1942. En los siguientes 14 meses los nazis asesinaron en ese campo de muerte a 900 mil personas.

Sobrevivieron sólo 54 prisioneros. Aquellos que se escaparon durante la rebelión del 2 de agosto de 1943 por la puerta rota del campo de exterminio.

La rebelión de los prisioneros judíos de Treblinka tuvo dos objetivos: destruir el campo de muerte y posibilitar la fuga masiva para que los supervivientes informaran al mundo lo que pasaba detrás de sus alambradas electrificadas.

La comunidad internacional y los judíos de los países ocupados por Hitler no sabían qué sucedía en los campos de exterminio, instalados por los nazis en el Este, como Treblinka, Sobibor y Belžec.

El judío checo, Richard Glazar, que sobrevivió, cuenta en su libro sobre Treblinka que antes de ser deportado no daba crédito a los rumores de que en el Este los nazis asesinaban masivamente a los judíos. Al avistar el campo de Treblinka, su primera idea fue que se tratara de una explotación agrícola. El equívoco del muchacho de 22 años se debía al hecho de que las alambradas de púas estaban camufladas con frescas ramas verdes.

Glazar destaca que los miles de judíos que llegaban a Treblinka no sabían que pronto serían conducidos a las cámaras de gas al ritmo de mil personas en cuarenta minutos.

”En los días posteriores a nuestra llegada los SS asesinaban a 15 mil o 18 mil personas al día”, relata Richard Glazar.

Glazar, un muchacho fuerte y enérgico, tuvo la suerte de ser seleccionado junto con 16 jóvenes judíos de Bohemia y Moravia del grupo deportado a Treblinka en otoño de 1942 del gueto de Terezín. Era uno de los trabajadores en régimen de esclavitud, encargados de preparar para el envío a Alemania las prendas de vestir de los judíos asesinados. Es que antes de ir a las cámaras de gas, las víctimas se desvestían, dejando en el patio central del campo montones de ropa y de calzado.

A los grupos de trabajo judíos pertenecían unas mil personas. Los alemanes mataban a menudo a palos a algún esclavo de Treblinka o por castigo colgaban de los pies a otro, pero no gaseaban masivamente a los trabajadores. Comprendieron que para el eficaz funcionamiento del campo era mejor mantener relativamente estable su colectivo.

Esto fue un factor decisivo para la preparación de la rebelión en la que jugaron un significativo papel ciudadanos checoslovacos. Un colectivo relativamente estable ya podía organizar una revuelta.

Los prisioneros formaron un comité organizador de la rebelión en el que tomó parte el judío eslovaco Želo Bloch. Ese carismático hombre era ex oficial del ejército checoslovaco.

Los organizadores planeaban realizar la revuelta a principios de 1943 cuando se filtraron en Treblinka informaciones sobre la derrota de las tropas nazis en Estalingrado. Pero tuvieron que aplazarla porque en el campo estalló una epidemia de tifus. Además, el principal organizador de la rebelión, Želo Bloch, fue trasladado por castigo a un sector del campo al que sus compañeros no tenían acceso.

Los nazis mataron a uno de los organizadores por su intento de contactar a un guardia ucraniano para que éste suministrara armas a los judíos.

Fusilaron también al nuevo cabecilla del comité organizador cuando descubrieron en su barraca oro y dinero que los judíos habían reunido para la adquisición de armas. Pero a pesar de los sucesivos golpes, los preparativos continuaron...

El lunes 2 de agosto de 1943, después de la una de la tarde, cuatro miembros de la SS y dieciséis guardias ucranianos salieron del campo de Treblinka para bañarse en el cercano río Bug. Fue una circunstancia favorable para la rebelión prevista para la tarde de aquel día.

Ya que disponían de la copia de la llave, los prisioneros lograron sacar cierta cantidad de armas del almacén. Seguidamente pasó por el campo el prisionero cuya habitual tarea consistía en desinfectar las barracas. Pero en vez del desinfectante roció todos los edificios con queroseno.

A las tres y media los prisioneros vieron como el nazi Küttner entraba en la barraca donde estaba alojado un soplón. Temieron ser delatados.

Al salir de la barraca, Küttner fue fusilado por uno de los prisioneros. Después del disparo, estalló la primera granada, señal para el inicio de la rebelión. Faltaban pocos minutos para las cuatro de la tarde.

El judío checo Standa Lichtblau, encargado del garaje, voló el gran depósito de gasolina. La explosión, de enorme potencia, lo mató. Standa no tomó ninguna precaución para salvarse porque ya nada lo ataba a la vida:su mujer y su hijo fueron asesinados poco antes en las cámaras de gas de Treblinka.

Después de la explosión del depósito de gasolina, Treblinka empezó a arder. Los judíos rompieron la puerta y huían en todas las direcciones.

Lo malo era que los prisioneros no habían logrado cortar los cables telefónicos, y así los alemanes pudieron llamar a los refuerzos. Cortaron todos los caminos, desatando una cacería a los prisioneros huidos. La mayoría de los fugitivos no conocía los alrededores de Treblinka y para los alemanes fue fácil capturarlos y después fusilarlos.

El judío checo Richard Glazar huyó de Treblinka con su amigo Karel Unger. Mientras los comandos con perros y todoterrenos rastreaban los alrededores del campo de Treblinka en llamas, los dos jóvenes se escondieron en un pequeño lago. Cuando se acercaron los perros, se sumergieron en sus fangosas aguas. Los cubrían, además, las ramas de un árbol. En el agua pasaron ocho horas.

Después iniciaron su peregrinación por la Polonia ocupada por los nazis. Fueron arrestados por gendarmes polacos que los enviaron a trabajos forzados a la Alemania nazi sin descubrir que se trataba de dos judíos. Los dos jóvenes sobrevivieron gracias a su enorme coraje e ingenio.

Durante la rebelión del 2 de agosto de 1943, los prisioneros no lograron destruir las cámaras de gas de Treblinka. Así el 18 y 19 de agosto de ese año perecieron en ellas todavía los judíos deportados del gueto de Bialystok, en Polonia.

Después los nazis desmantelaron el campo de exterminio de Treblinka y quemaron la documentación que pudiera dar testimonio sobre los crímenes de los que había sido escenario. El terreno fue arado y transformado en una explotación agrícola.

54 prisioneros judíos de Treblinka sobrevivieron. Todos declararon en los años sesenta como testigos en los juicios contra los verdugos de ese campo de exterminio. Richard Glazar relata en su libro como el juez empezó a enumerar los crímenes del vicecomandante del campo de Treblinka, Kurt Franz, de profesión cocinero antes de su meteórica carrera en las filas de la SS:

”Mató a tiro a ocho prisioneros, reiteradamente ordenó colgar de los pies a prisioneros desnudos...” En ese momento Franz protestó:

”Señor juez, jamás maté a un hombre. Estoy consternado. Lo que se presenta contra mí me parece obra de una organización internacional secreta”.

Franz, que negó cobardemente sus crímenes, fue condenado a cadena perpetua.

El comandante de Treblinka, Franz Paul Stangl, huyó después de la Segunda Guerra Mundial al Brasil. En la ciudad de Sao Paulo lo descubrió el cazador de nazis, Simon Wiesenthal. En 1970, el ex prisionero de Treblinka, Richard Glazar fue testigo en el proceso que condenó a Stangl a cadena perpetua.

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