El telón baja tras los cuatro reyes de la vida pública checa. ¿Qué se va y qué queda?
Václav Havel, Václav Klaus, Milos Zeman, Vladimír Zelezný. Cuatro nombres, cuatro jugadores que barajaban las cartas de la vida política y social checa en el último decenio. Sus días están contados. En enero de 2003 no estará en la mesa de juego probablemente ninguno de ellos.
Václav Havel, presidente de la República, Václav Klaus, líder del Partido Cívico Democrático y presidente saliente del Parlamento, Milos Zeman, antiguo líder del Partido Socialdemócrata y primer ministro saliente, Vladimír Zelezny, magnate televisivo. ¿Qué tienen en común? Nada y mucho.
Los une una laboriosidad y voluntad extraordinaria. Son combatientes tenaces. Todos saben motivar a sus partidarios y propinar fuertes golpes a sus adversarios.
Después de casi doce años en el cargo se nota el casancio, pero Václav Havel puede alegrarse de una batalla victoriosa. La ganaron por él los electores. Su mayor rival, Václav Klaus, sufrió una derrota aplastante.
Václav Klaus, el "banquero". "El dinero está en el primer lugar", persuadía a los ciudadanos. Pero fue el banco quien le puso la zancadilla. El escándalo financiero de su partido en 1997 obligó a dimitir a su Gabinete. Klaus no soltó las riendas. Bastaba con firmar un pacto de estabilidad y el trono del Parlamento fue suyo. Obstinado y testarudo, sin embargo, ahora parece haber agotado sus cartuchos.
Milos Zeman, vino, vio, venció ... y se fue. En 1998 triunfó en las elecciones. Su gobierno minoritario sobrevivió toda la legislatura, sacó al país de la recesión, pero con ello se acabaron los milagros. ¿Echarán de menos los checos a Milos Zeman? Está por verse.
¿Y el último? Vladimír Zelezný, maestro de los trucos. Fundó la mayor televisión privada checa, Nova. Invirtió en ella su capital intelectual, del financiero se encargó el inversionista y socio estadounidense. No fue la mejor idea. Por medio de truculentas transferencias, Zelezny le privó de su dinero y de sus acciones. No existen amigos en el mundo empresarial. Vladimír Zelezný lo recordará, sin duda. De su puesto de director general de la televisión Nova lo quiere destronar uno de sus hasta hace poco "incondicionales".