Antonín Rejcha

Entre el legado de las anteriores generaciones de checos que hoy son valiosos testimonios de la cultura de esta nación figura - y ocupa un lugar muy especial- el legado musical de Antonín Rejcha, a quien precisamente dedicamos este espacio.

Un sabio refrán reza que "nadie es profeta en su tierra", y de la verdad que encierran estas palabras, bajo determinadas condiciones por supuesto, han sido testigos en París, personalidades de la cultura checa tales como el escritor Milan Kundera, el famoso compositor Bohuslav Martinu, el genial pintor creador del Art Nouveau, Alfons Mucha, y a principios del siglo XIX, el compositor Antonín Rejcha, uno de los principales exponentes de la emigración musical checa.

Las raíces de la musicalmente talentosa familia de Rejcha parten de la comarca de Chudenic, en la región de Klatovy, Bohemia del Sur. Esta antiquísima familia checa de labradores se asentó ya recién comenzado el siglo XVII, en las tierras de la mencionada comarca, que posteriormente pasarían a la propiedad de la familia noble de Cernín. Gracias a su laboriosidad, perseverancia e inteligencia, la familia Rejcha logró salir de la servidumbre que los ataba a los señores feudales y llegar hasta la jerarquía de burgrave.

El hijo mayor de Václav Rejcha -el panadero Simón- fue liberado de la servidumbre por el Conde Prokop Cernín a mediados del siglo XVIII, e inmediatamente traslada su residencia a la Ciudad Vieja de Praga, donde las crónicas lo registran como maestro de orquesta y flautista en la casa denominada U Orlu.

Fue allí, precisamente, donde el 26 de febrero de 1770 naciera su hijo Antonín. Pero cuando el futuro músico contaba sólo con un año de vida, queda huérfano de padre y su madre vuelve a contraer matrimonio. A sus 9 años Antonín Rejcha ya cantaba en el coro de los Cruzados de la Estrella Roja, orden religiosa checa con sede en el convento aledaño al Puente de Carlos, pero dos años más tarde los maltratos de su padrastro le hacen escapar de su hogar en pos de refugio y de la añorada educación musical, hasta Suabia -territorio de la Alemania actual- donde vivía su tío Josef Rejcha, destacado compositor y violonchelista de la orquesta del Conde Wallerstein.

En el hogar de su tío Josef, el pequeño Antonín de 12 años de edad, no sólo encontró una escelente acogida y el afecto que tanto nesitaba, sino también una esmerada educación general y musical, que hicieron de él un virtuoso de la flauta, el violín y el piano.

Apenas con 15 años, Antonín Rejcha pasa a ser flautista de la orquesta del hermano del emperador José II e hijo de María Teresa de Austria: el elector palatino de Bonn, Maximiliano Francisco, orquesta que dirgía por aquel entonces su tío Josef, y en la que traba amistad con Ludvig van Beethoven. Las ansias de saber llevan a Antonín Rejcha a la Universidad de Bonn, donde cursa estudios de filosofía y matemática en común con su gran amigo Beethoven.

Fue en Bonn donde terminó sus estudios de composición, y donde fueron estrenadas -cuando contaba con 17 años- su Sinfonía para Orquesta, y su Escena Italiana.

Cuando las tropas de Napoleón Bonaparte ocupan Bonn, Antonín Rejcha parte hacia Hamburgo en 1794, donde se desempeña por un tiempo como profesor de música y compone dos de sus óperas. De 1802 a 1808 se establece en Viena, donde pasa a ser alumno de Haydn, y complementa sus estudios de composición con los famosos Albrechtsberger y Salieri.

El documento más valioso que da fe de la estrecha relación del músico checo con el magistral Haydn es la dedicatoria que le hace Rejcha de 36 fugas suyas para piano, obra que viera la luz en 1805, de las que les ofrecemos una a continuación.

Antonín Rejcha se establece definitivamente en París, en 1808, donde diez años más tarde acepta el cargo de profesor del conservatorio, adopta la ciudadanía francesa, y por sus méritos musicales es nombrado caballero de la Legión de Honor y elegido miembro de la Academia Francesa.

Entre las lumbreras de la música mundial que fueron alumnos de Rejcha en el conservatorio de París encontramos a Berlioz, Franck, Franz Liszt, y Gounod.

Es en la capital francesa donde Antonín Rejcha fallece el 28 de mayo de 1836, a la edad de 66 años, siendo ya un reconocido compositor, teórico de la música y pedagogo, y dejando tras de sí un legado musical integrado por 107 opus, 12 óperas, 10 composiciones vocales con acompañamiento orquestal, 5 grandes sinfonías, e infinidad de oberturas y composiciones de cámara y para piano.

Sin embargo, fueron sus famosas composiciones para quinteto de instrumentos de viento -de las que escribiera un total de 24- las que le hicieran famoso y merecedor del apelativo de "padre del quinteto de viento".

Autor: Mónica Villegas Gallego
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